sábado, 20 de agosto de 2011

IDENTIDAD ANDINO ECUATORIAL



EKWADOR: A LA BUSQUEDA DEL “REYNO DE LOS COLIBRIES”

I PARTE

*Por Diego Velasco Andrade


“ECUADOR

Es un país irreal limitado por sí mismo,
Partido por una línea imaginaria
Y no obstante cavada en el cemento
al pie de la pirámide”

Jorge Enrique Adoum




Cuentan los abuelos que hace miles de años, después del gran diluvio universal que relatan los ancestros, una semilla de maíz pudo salvarse en la cima del Kápak Urku, nombrado por los curas españoles El Altar, para germinar con el soplo divino y florecer en el triángulo de energía formado por la Mama Tungurahua, el Taita Chimborazu y el mismo Kápak Urku. Entonces, el primer hombre rojo hecho de maíz y, la primera mujer hecha de kinua, empezaron a crecer, criar y multiplicarse, siguiendo los ciclos de la tierra, del aire, del fuego y el agua.

La mujer sería lunar y sujeta a los vaivenes del lechoso satélite; el hombre en cambio solar, cargado de la fuerza del fuego, pero siempre vulnerable al agua... Los dos cíclicos y complementarios, como la noche y el día, o como la vida y la muerte, siempre naciendo con el orto y muriendo en el poniente; para renacer otra vez de sus cenizas con el alba... Algo similar sucedería en otras épocas y latitudes, -y en otros “diluvios”-, en la China con el hombre amarillo y el sagrado cereal el arroz y en Egipto con el hombre negro y la alimenticia cebada, o en Eurasia con el hombre blanco y el dorado trigo.



Desde entonces, en las tierras primigenias de KI-TO: ancestral país de los kindes, kintys colibríes, o Tierra del medio, de la Mitad, o del Equator, los hombres de maíz y las mujeres de quinua, se dedicaron a inventar, o mejor a criar”, nuevos alimentos para el bienestar de sus hijos… El fréjol, lo desarrollaron los hombres del sur de los andes ecuatoriales, los abuelos de los paltas, bracamoros y zarzas; la quinua y el amaranto los andinos centrales, tíos abuelos de panzaleos y puruwayes, cuyos abuelos llegaron desde las lejanas costas de Cara-quis, hasta la tierra de los míticos cóndores de nieve o Condorazos. La papa o batata la criaron los Cañaris, los hijos de la guacamaya y la serpiente, pero la aclimataron los Pastos o Paeses y Killasingas (narices de luna) en la región más extrema del Chinchay Suyo, territorio sagrado de Chincha: la constelación del mono. Y, siguiendo después las direcciones de la Tawa sagrada, se dispersaron a los cuatro vientos, en las ocho direcciones. Por su parte, los Caranquis, aportaron con infinitas variedades de maíz, en especial del canquil o canguil que se sirve usted cada vez que va a mirar la última película inventada por Holywood…




Por eso, al explorar nuestras numerosas identidades ecuatoriales, más que hacerlo a partir de pretendidas “señas particulares”, deberíamos empezar a buscarlas en la natural cotidianeidad de nuestra vida diaria, en el pan de cada día. Ahora sabemos por estudios genéticos, que las tierras ecuatoriales fueron el horno en donde se amasaron al sol y a la luna, los principales productos de una “alimentación sana” que podría salvar tantas vidas devoradas por la alimentación fast food y de otros tantos regalos de Allpa amama, que luego se expandirían en las cuatros direcciones de Amaruka (tierra de la serpiente sagrada) y después a todo el planeta GAIA y que salvarían del hambre, en plena revolución industrial, a los racionalistas y omnívoros “pueblos cultos” del norte, quienes desprovistos de agri-cultura, en principio destinaron el maíz y la patata como alimento para su ganado, pero que luego se vieron obligados a sobrevivir a sus propias guerras y desastres, comiendo papas fritas, “pop corn” y finalmente bebiendo un jarabe hecho de las hojas de la Mama COCA...



Bien vale entonces, volver a recordar y a valorar nuestras más antiguas tradiciones solares y lunares; empezar a sentirnos otra vez, hijos del maíz y seguramente hijos de la oka y de la quinua y del amaranto y de la mashua; para asistir como en la profética leyenda del Tayta Atawallpa que : pasados quinientos años de oscuridad, asistiremos al regreso de miles y miles de sabios amautas, de agricultores, de escribas o quipucamayoks, de poetas o arawikos, en fin de los miles de “astronautas” de la Nueva Pacha Ecuatorial, todo para iniciar el florecimiento de la cosmogonía llamada Sumak Kawsay y no de la propaganda oficial por supuesto, en este “tiempo-espacio que vuelve”, en este Décimo Pacha-Kutik, el del retorno...

Por ello, en estas líneas queremos de manera quizás poética, alegórica y simbólica, -más que de modo historicista, empírico o pragmático como nos tienen acostumbrados nuestros inefables “intelectuales”-, echar una mirada ancestral que permita valorar nuestras identidades primordiales en el contexto amplio de la cultura de los pueblos ecuatoriales: andinos, litorales, insulares y amazónicos y, obviamente desde múltiples perspectivas, pero sobretodo desde una “Cosmovisión” y no, desde cualquier y maniquea “historia patria” o “ideología” al uso y/o “abuso” del antropo- centrismo judeo-cristiano llamado eufemísticamente “occidental”.



CONTINUARÁ

miércoles, 3 de agosto de 2011

MITOLOGÍA ANDINO AMERICANA


2012
PROFECIAS DEL RETORNO DE AMARUKA

El Encuentro del Cóndor y el Águila


Hace miles de años, cuándo el ciclo esencial de vida comenzó, Pachakamak (Dios del tiempo/espacio ordenado) creó a Inti (el sol) y a Quilla (la luna) y dio a luz a los Runas, los “seres humanos” de este continente. En este nacimiento surgieron el Cóndor en el sur y el Águila en el norte, sus espíritus enriquecieron continuamente las venas de los Runas de toda Amaruka: la Tierra de la serpiente sagrada.

Y el Cóndor y el Águila unieron sus lágrimas desde el Janan Pacha (el mundo celeste) hasta el Ucku Pacha (la tierra interna o infra-mundo). Fuera de esta unión quedó lo que hoy llamamos América Central o Kay Pacha (tierra del medio). Tiempo después nuevas naciones se desarrollaron siguiendo el linaje del cóndor y del águila, cuyos habitantes tuvieron la capacidad de sembrar tierra en medio del gran Océano hasta convertirla en lo que hoy es el centro de las dos Américas. En este pedazo de la tierra fue concentrada la sabiduría del Cóndor y el Águila en equilibrio dual norte/sur.



Pero los runas tuvieron que pasar por situaciones difíciles al llegar la mezquindad al corazón del hombre, una de éstas fue el dividir sus naciones en cuatro partes pero no poder reintegrarlas. Después de que esta tragedia sucediera, los Willak Umus (sacerdotes visionarios) instruyeron a sus sabios en crear los caminos que orientarían y enseñarían a nuestra gente actual para reagruparse hacia un punto de equilibrio o equator. Estas profecías enseñarían a las naciones indias a mantenerse fuertes buscando un centro; a volver a estar unidas y sobre todo a buscar los caminos sagrados o senderos más apropiados para su caminante liberación.

Así, el principio de la liberación estaría registrado en diversos mitos y profecías, una de las cuales constituye la unión de las lágrimas del Cóndor y el Águila separados en su vuelo por más de 500 años. La unión de estas lágrimas podría cauterizar nuestras heridas y fortificar nuestro espíritu, nuestro cuerpo y nuestro pensamiento. El Gran Espíritu de los pueblos del norte o Jatun Pachakamak Pachakutik en la visión andina, abrirá surcos y en cada surco regará su semilla, y a cada paso se crearían batallones de guerreros que descubrirán sus pechos para defender a los runas de los puñales del enemigo oscuro, de aquel que no quiera que la verdad salga a luz en este tiempo.



Los guerreros que retornen por miles, juntarán sus manos, mentes y corazones para eliminar la opresión, la explotación y la injusticia en estas tierras de la serpiente sagrada Amaruka, y escribirían en la inmensa página del cielo, la palabra espiritual de la libertad simbolizada por las dos aves sagradas.

La reunión del Cóndor y el Águila, según esta profecía milenaria, deberá ocurrir en este nuevo siglo...

Esta nueva quinta centuria (Pacha Kutik) después del período de sombras, nacerá con un nuevo espíritu y este unirá otra vez las naciones primordiales del Norte, del Centro y de Sudamérica hasta retomar su verdadero camino en armonía y equilibrio, lejos de los valores y normas de la tierra del oprobio y de la explotación: aquella del norte, la del hombre blanco; nuevas oportunidades otorgará el clima en estas tierras para sembrar la nueva semilla de la quinta humanidad en el territorio del centro o mitad de la tierra, restituyendo otra vez en caminos rectos el floreciente sendero de una nueva era; retornando la vista y el corazón hacia las tierras del lago de origen o útero de la tierra: el Titi Kaka.

Mas, en esta época, la sociedad que construyó la avaricia y el bien individualista, llegado su turno irreversiblemente caerá...



*Versión anónima (Adaptación Diego Velasco Andrade)